viernes, 5 de abril de 2013

AQUELLAS TARDES DE ABRIL


Martes 5 de abril de 1994. Seattle, Washington.

Tus dolores de estómago cada día se vuelven más intensos e insoportables. Las dosis cada vez más altas de heroína combinada con alcohol y otros psicotrópicos no son suficientes para aliviar el ardor, las náuseas y los vómitos que arrojan una mezcla de sangre, bilis y los pocos alimentos que no te causan asco al consumirlos.

Recientemente has sacado un nuevo material discográfico con tus dos compañeros de viaje musical, pero eso en estos momentos no ocupa ni un solo espacio en tu cabeza. Lo que si ocupa una gran parte de tus pensamientos es esa contradicción en la cual se encuentra tu vida. Esa contradicción que surge en el momento en que,  acompañado de tus compinches, crean un disco de poco menos de 43 minutos y un video que no deja de salir en ese viejo canal de televisión que se dedica exclusivamente a eso,  a pasar videos musicales. A partir de ahí ya no eres un chico raro de Aberdeen, ahora eres el chico raro más famoso en el mundo de la música. Todos quieren entrevistarte, saber tu vida, saber por qué escribes esas letras.  Millones de discos vendidos, conciertos y más conciertos, otra entrevista más, apareces en todas o casi todas las portadas de las revistas, tu forma de vestir se vuelve moda. Fama, fama y más fama. Si muchacho, eres famoso,  algo que no quisiste. ¿O sí? Esa es la contradicción que no puedes sacar de tu cabeza.

Tienes ahora una esposa. Una esposa que un día amas y al siguiente odias. Y ella siente lo mismo por ti. Pero tú la amas,  el amor que le tienes es tan grande que eres capaz de dejar todo por ella. A la mierda la música, a la mierda la fama, al carajo los amigos. Tú la amas. Desearías poder comerte su cáncer cuando se vuelva negro. Lástima que ella no piense igual que tú.

Pero este amor te ha dado una hija. Bella Frances Bean. Frances como tu ídolo de Los Vaselines. Bean como un pequeño frijolito en el vientre de su madre. Frances Bean,  la causante de otra contradicción que surge en tu cabeza.

¿En verdad quieres hacer lo que estás planeando hacer? Bella Frances Bean. Verla crecer. Escucharla sonreír. Escuchar que te dice Papá. ¿Realmente lo vas a hacer?

"It’s better to burn out than to fade away". "Es mejor quemarse que consumirse lentamente". Eso escribiste antes de inyectarte tu última jeringa con heroína para después pegarte un escopetazo en la cabeza.

Viernes 8 de abril de 1994. Ciudad de México.

Un niño de casi 11 años llega de la escuela. Deja su mochila y se apresura a encender la televisión. Mueve esa palanca mágica que provoca que llegue la señal de los 8 canales extras que proporciona el sistema de televisión de paga llamado Multivisión. El pequeño se ha vuelto adicto a un canal en el cual transmiten videos musicales a todas horas. Viendo ese canal es como conoció a una banda norteamericana llamada Nirvana. Los conoció viendo un video totalmente extraño. Una cancha de basquetbol, un tipo greñudo agitando su cabellera y haciendo rugir su guitarra, porristas fumando, gente chocando entre sí, el niño viendo el televisor con la boca abierta,  ahora ya sabe que les pedirá a los Reyes en Enero del 92.

Pero volvamos a esa tarde de abril de 1994. MTV está sintonizado en el televisor. El niño sentado en el sillón viendo video tras video. Acaba un video de Red Hot Chilli Peppers. Anuncian un corte informativo. La presentadora de cabello anaranjado llama la atención del chico. La noticia que acaba de escuchar es poco a poco digerida. Han encontrado el cuerpo de uno de sus ídolos. El cuerpo ha sido encontrado sin vida esa mañana. Se presume suicidio. Su ídolo está muerto. Sensación de náuseas. Estómago vacío. Eso mismo había sentido el día que su padre le dijo que el Abuelo había fallecido. Misma sensación, mismo resultado. Llanto inconsolable. El niño no lo puede creer. Enciende el radio y sintoniza la estación dónde escucho por segunda vez a su ídolo. La noticia es cierta. Tristeza total.

Su madre se acerca al verlo llorar. ¿Qué te pasó? Pregunta ella. ¿Por qué lloras? ¿Qué paso?

¡SE MURIÓ!  Contesta el niño. ¿Quién se murió? Pregunta la madre. ¡SE MURIÓ KURT! Contesta el niño entre un llanto que hace difícil entender lo que dice. ¡EL DE NIRVANA MAMÁ! ¡EL DEL DISCO DEL BEBÉ EN LA ALBERCA! Lágrimas que contagian la tristeza de ver llorar así a un niño. La madre lo abraza y el niño siente el abrazo más cálido desde hacía mucho tiempo. Tarde de llorar. Tarde de llamada al psicólogo infantil. Tarde de escuchar el "Nevermind" una y otra vez hasta que se acaben el par de pilas del Walkman. Noche de repetir una y otra vez ¿Por qué Kurt? ¿Por qué?

Viernes 5 de abril del 2013. Ciudad de México.

¿Por qué Kurt? ¿Por qué?
¿Por qué no me diste la oportunidad de verte a unos cuantos metros de distancia? ¿Por qué me hiciste llorar ese día? ¿Por qué dejaste que tu esposa se hiciera dueña de tu vida y de tu muerte? ¿Por qué dejaste a Frances Bean sola con esa mujer? ¿Por qué no te diste la oportunidad de ver como tu hija es tu vivo retrato? ¿Por qué no estuviste aquí para evitar que un tipo con gorra de los Yankees se atreviera a llamar Rock a su música? ¿Por qué no estás aquí para que juntos pongamos en su lugar a todos esos que osan manchar tu nombre? ¿Por qué Kurt? ¿Por qué?... Un momento. ¿Qué carajo estoy haciendo? ¿Acaso me volví loco? Pero que chingados tengo yo que reprocharte algo. Pero si tu música me ha dado alegrías. Escuchar alguna de tus letras y/o frases me han hecho levantarme en muchos momentos. Pero si tu música es parte de mi terapia para controlar lo que tú y yo sabemos.

¿Qué carajo hago cuestionándote? Si he llorado al leer el final del tu biografía "Heavier Than Heaven". He llorado, y perdón por invadir tu privacidad, al leer lo que dejaste escrito en tus Diarios. Lo que tengo que hacer es agradecerte por ser partícipe del desarrollo de mi personalidad, por acompañarme en esos tramos difíciles de la adolescencia. Gracias por tu música y por tus letras.

Se te extraña Kurt. Se te extraña mucho.

"Prefiero que la gente me odie por ser quien soy a que me ame por lo que no soy".
 "A veces desearía tomarme una pastilla que me permitiera distraerme con la televisión y disfrutar con las cosas simples de la vida en vez de ser tan crítico y esperar auténtica calidad en lugar de porquería".
Kurt Donald Cobain. (20 de Febrero de 1967 – 5 de Abril de 1994)